Desde la esperanza lo miraba con los ojos llenos de miedo. Él arrugaba las cejas y la entonaba con voz bajita, dulce. La ponía en el coche a todo volumen, y yo cerraba los ojos. Pensaba en todo y lo negaba todo. Era fuerte y valiente, y estaba lleno de vida, y de amor, y de amistad. La entregaba toda, sin quedarse nada para él. Nos regalaba sus palabras, sus sonrisas, su mano incondicional. La carretera estaba oscura, no alcanzábamos a ver más allá de lo que los faros alumbraban, y todo estaba en normalidad. Íbamos al pueblo, me habían venido a buscar a la estación, íbamos de boda, la boda de su primo Óscar y su mujer, Núria. Estaba radiante, feliz, alegre porque iba a estar con todos nosotros, toda la familia. Iba a la boda del hijo de su tía su Francisca, de su madre Francisca. Iba a bailar con ella, a verla gritar, hablar sin parar, reir, ir de un lado para otro sin un segundo de descanso. Iba a ver a su tío Isabelo, que con tanto respeto admiraba y ayudaba en todo lo que pudiese. Y eso lo era todo para él: poder entregar su alma, su voz, su trabajo a los suyos para hacerlos felices. Y dando era feliz. Por eso ese trozo de viaje entre Albacete y el pueblo no lo olvidaré jamás, como tantos otros momentos que nos dió, repletos de él, repletos de generosidad. La canción que sonaba en el coche era ésta, y las dos palabras que por el retrovisor le vi entonar con los ojos llorosos fueron éstas: se fue...
viernes, 3 de julio de 2009
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2 comentarios:
petits troços d'ell que restaran sempre en ta memòria. Preciós.
Un petò Manu.
Generoso e INMENSO. Eso nos ha de quedar por siempre. Con mucha serenidad.... Infinita tristeza
Besos
Inés
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