domingo, 16 de octubre de 2011

Ya no te espero


Llegarás, pero más fuerte, dibujándote en el suelo de mi pecho y de mis dedos.Ya eché abajo ayer mis puertas, las ventanas abiertas al fuego.Ya estoy regresando solo, ya he besado cada plomo, ya secuándo, quién y cómo.Ya he liberado a tu patria, hija de una espera larga.Llegarás a casa abierta, y habrá sed en mi garganta.

viernes, 7 de octubre de 2011

Pequeño ejercicio dualista con ataúd a hombros

Érase una vez un ataúd de madera de roble marchándose por un sendero. Enterrado en una lápida de mármol caliente se dió cuenta que estaba preñado de recuerdos. Al día siguiente cientos de memorias dieron a luz. Llovía. Ante el silencio incómodo de los cipreses, una flor le dijo a otra: la cosa se pudre, la idea permanece. Entonces, tras los pinares, salió el sol.

viernes, 23 de septiembre de 2011

domingo, 11 de septiembre de 2011

Me va la vida en ello


Quiero que me digas, amor, que no todo fue naufragar, por haber creído que amar era el verbo más bello. Dímelo, me va la vida en ello.

No mentían

Arroz a la cazuela -quemado, como de costumbre- y vino. Le abrí las puertas de mi casa y de mi corazón. De par en par. Entró taconeando, ligera como siempre, y dejó sobre la mesa una libreta. Me besó en la mejilla y me dijo que allí apuntaríamos todos los momentos bonitos, todos los sentimientos. En la terraza, acompañaban las pocas estrellas que el cielo de Barcelona nos dejaba ver y una luna inmensa, tan guapa como ella. A penas puedo recordar nada de aquella conversa -una de las centenares que mantuvimos-. Recuerdo, sin embargo, su mano posándose sobre la mía, acariciándome los nudillos. Una mano pequeña y tierna.

-Yo nunca he estado así con nadie. Recuerdo su mirada al decirlo: profunda, limpia, sincera.
- ¿Así cómo?
- Así, acariciándole la mano a alguien, mirándole a los ojos, hablando de todo sin miedo.

Me entraron unas ganas irresistibles de besarla, de cogerla en brazos y tumbarla en el sofá. Ni la besé, ni la cogí, pero no era la primera vez que una conversa acababa en el sofá. Tumbados, abrazados. Ya habíamos pasado otros veranos abrazados, escuchando a Serrat, en bañador, sobre un sofá de terciopelo rojo.

- Dedícame dos canciones y yo te dedico otras dos.

¿Se hacían realidad mis sueños? ¿Tocaba por fin el cielo? Después de tantos meses enamorado de ella, sin contar con su correspondencia, todo parecía volverse de color azul. Cada nota y cada letra parecía tener un significado especial. Con las canciones nos decíamos lo que no nos atrevíamos a decirnos al oído. Remarcábamos algunas palabras entre risas y susurrábamos otras con los ojos cerrados, como si quisiéramos retener por siempre más ese momento en nuestras memorias.

Los pies nos llevaron a la cama, donde creí confirmar mis hipótesis. El silencio dio paso a las ganas. Con deseo se posó sobre de mi y me besó el cuello, la cara entera. Me abrazó con fuerza innata, como si no quisiera perderme nunca. La cogí de los muslos, subí lentamente y, dubitativo, pregunté.

- ¿Puedo seguir subiendo?
- Sí.

Subí, sin pensarlo dos veces, y di de bruces con su culo.

- Oye, tú tienes novio, le advertí.
- ¿Y qué? Solo te estoy besando el cuello.

No me acabó de dejar claro nada. Pero me dejé ir. La claridad nos sorprendió por la ventana y, cansados, los ojos se cerraron, dejando paso a los sueños. ¿Pero acaso no era un sueño todo aquello que estaba pasando?
A la mañana siguiente, al despertarnos, la fuí a besar. ¿Ahora ya somos pareja?, pensé. Ahora ya no tendré que sufrir más, ha llegado la hora de vivir el amor sin pegas, sin reproches, sin excusas, sin nos mayúsculos que no me dejen conciliar el sueño. Me apartó la cara. Los sueños le habían robado la mirada limpia, la mirada profunda y sincera que me había amado la noche anterior. Puso los pies en el suelo, se estampó contra la realidad.

- Yo tengo novio. Esto no ha significado nada.

Negó la mayor y, perplejo, abrí la libreta que había traido. Añadí una dosis más de realidad a la escena e inauguré las páginas cuadriculadas de aquel cuaderno.

"Sus ojos no mentían, anoche. Su cuerpo no mentía, anoche. Demasiado bonito para ser verdad."

Immediatamente cogió la libreta y al leer lo escrito me espetó:

- ¿Eres tonto?

No recuerdo si respondí. Lo que no olvidaré es aquella mirada, llena de cristales rotos. No olvidaré la escarcha posada en sus ojos, ni aquella noche en que, como tantas otras en ese verano, creí tocar el cielo, creí estar viviendo un sueño del que nunca debería haber despertado. Porqué guardo la esperanza humilde de pensar que sus ojos no mentían, que su cuerpo no mentía.

sábado, 10 de septiembre de 2011

Orobroy


domingo, 4 de septiembre de 2011

miércoles, 31 de agosto de 2011

martes, 30 de agosto de 2011

Lo que (no) me dice tu boca



Si no te pinto bonita
no es porque yo no te quiera,
que si te pinto igualita
igual son ocho que ochenta,
que contigo nunca
me salen las cuentas.
--

Te mire como te mire,
te veo como te pienso.
¿Quién no te piensa desnuda
bajo la luz oportuna
y tu ropa sobre el lienzo
de la luna?

Ni que te vayas del todo,
ni que te quedes pa siempre,
ni que yo salga y tú entres:
quiero posarme en tu piel
y dejar este clavel
sobre tu vientre.

lunes, 29 de agosto de 2011

Te doy una canción

Cómo gasto papeles recordándote,
cómo me haces hablar en el silencio,
cómo no te me quitas de las ganas
aunque nadie me ve nunca contigo.
Y cómo pasa el tiempo que de pronto son años
sin pasar tú por mí, detenida.


Te doy una canción si abro una puerta
y de las sombras sales tú.
Te doy una canción de madrugada,
cuando más quiero tu luz.
Te doy una canción cuando apareces
el misterio del amor,
y si no lo apareces no me importa:
yo te doy una canción.

Si miro un poco afuera me detengo:
la ciudad se derrumba y yo cantando,
la gente que me odia y que me quiere
no me va a perdonar que me distraiga.
Creen que lo digo todo, que me juego la vida,
porque no te conocen ni te sienten.

Te doy una canción como un disparo,
como un libro, una palabra, una guerrilla:
como doy el amor.

martes, 9 de agosto de 2011

Espejo

Hace más de dos años un anónimo dejó en este post http://msimarro.blogspot.com/2009/04/me-apoyo-en-un-coche-viejo-lleno-de.html
un comentario:

"Anónimo dijo...
A veces hay personas que necesitan estar en el centro de todo, algunas simplemente no saben estar solas, otras necesitan sentir constantemente que piensan en ellas... y fíjate tu! una sola persona puede abarcar todos estos ejemplos.Me da pena ver que a la gente le guste jugar con los sentimientos de otras de esta forma tan descarada...venga, a hacerse un vestido con todo lo que se ha perdido.
25 de abril de 2009 15:41"

Ahora, no puedo parar de partirme de la risa y de llorar por la absurdidad que algunos comentarios pueden llegar a alcanzar con el tiempo. Curioso efecto espejo, oiga. Desesperante no entender, aun, nada de nada de nada.

martes, 26 de julio de 2011

Sublevación del 25 de julio de 2011

Me subleva la injusticia. Tan injusta.

Las lágrimas de la vecina y el rostro callado de su hijo, que no entiende porque sus padres son desahuciados de un piso que pagan desde hace dieciséis años. Porque ni siquiera sabe lo que quiere decir la palabra desahucio. Me subleva el policia que propina un porrazo sobre la cabeza del vecino solidario. Vecino, que quizás solo la conocía porque coincidían en el bar, el mercado o, quizás tan solo, bajando la basura. Pero que se planta ante ellos y les dice que por aquí no. Por aquí sí que no. Me subleva el silencio del vecino que se calla, y no dice nada. Me subleva, más si cabe, la palabra mentirosa de una madre a su hija cuándo esta le pregunta qué pasa, que por qué al lado del campo de fútbol dónde juega su hermano hay diez furgonetas repletas de robots. - La gente, hija mía, que se mete en las casas y no las paga.

"Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada. Los poderes públicos promoveran las condiciones necesarias y establecerán las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho, regulando la utilización del suelo de acuerd con el interés general para impedir la especulación" (Art.47 de la CE 1978)

Me subleva semejante meo en nuestras caras. Me subleva que se rían, cartas magnas en mano, a carcajada limpia de nosotros. Me subleva que la madre no sea capaz de explicarle a su hija que las necesidades vitales -el techo, el hogar-, que los derechos sociales, no se pagan en una sociedad justa, porque hay quién no puede pagarlos y por mil porqués más.

Me subleva, también, que un señor que hasta hace tres días dirigía la patronal de los hospitales privados en Catalunya, diga con la boca bien ancha que las operaciones de mis mayores no son urgentes. Sí, me subleva. Que me digan que las operaciones de prótesis de cadera o de rodilla con la que las personas mayores puedan disfrutar tranquilamente de su vejez no son urgentes. Que me digan que la operación de cataratas de mi abuelo no es urgente. Que pueden esperar. Que pueden seguir recluidos en casa, a la espera de poder ver o caminar. Que se cierren hospitales, se quiten ambulancias, se cierren quirófanos y servicios básicos como las urgencias y que alguien tenga el santo morro de decir que todo eso no afectará a la calidad de la asistencia. Que echen incluso a médicas y enfermeros, y demás personal, a la puta calle, como si fueran prescindibles. Prescindibles son vuestros sueldos, miserables, vuestros lujos, hijos de perra, que jugáis con nuestro derecho más fundamental e inalienable: la vida.

Que jugáis también a dividirnos, desde los despachos y rascacielos, entre autóctonos y estrangeros, malos y buenos, violentos y pacíficos, políticos y apolíticos. Que creéis, ingenuos, que podéis vencer dividiendo, que podéis decapitar movimientos sin cabezas, llenos, llenitos de cuerpos, de manos, de centenares de miles de pies que caminan juntos en asambleas, marchas, manifestaciones, ocupaciones, cooperativas, centros sociales, allí donde más os duele. En la calle, que ya os creíais por siempre vuestra. En los medios de comunicación, cercenando la mordaza y el silencio que imponéis con la censura cotidiana. En la economía de base y de supervivencia, en la política de barrio, vecinal. En todas partes, queriéndolo todo, porque es nuestro. Porque no olvidéis que nos sublevan muchas cosas pero que nos esperanzan muchas otras. Porque tenemos certezas que no nos podréis robar nunca. Certezas de sueños que se harán -que se hacen- realidad, de anécdotas que multiplicadas en todas partes se convierten en categorías, de multitudes activas y pasivas, dispuestas a darlo todo por no dejar perder, y ahora ya por siempre más, una cosa que nunca deberíamos haberos dado. Nuestra dignidad.

Hoy, 25 de julio de 2011, cuándo la policía desahucia a una familia para proteger los privilegios heredados de la dictadura del señor Alberto Viña Tous, consejero nacional de cultura bajo la dictadura franquista. Hoy, cuando la policía agrede y hiere a nuestros vecinos y vecinas. Hoy, cuando creéis haberlo conseguido, nos seguimos reuniendo, seguimos resistiendo desahucios, poniéndonos en huelga y saliendo a la calle. Hoy, como cada día hasta que tomemos lo que es nuestro, debéis de escuchar nuestro grito feroz y mudo. A vosotros, genocidas de mente retorcida y corazón deshabitado, este mensaje. Nos hemos sublevado, vivimos de ahora en adelante en permanente estado de rebeldía.

lunes, 13 de junio de 2011

Carta a la muerte

Que tenemos el corazón de hierro y la memoria viva. Que tenemos recuerdos para vivir toda una vida de nuevo. Que nos tenemos los unos a los otros. Que, mientras caminamos lentamente hacia ti, huímos tambien con sonrisas y alegría, con abrazos imperecederos, con el alma llena de verano. Y si con esto no te basta, te jodes muerte, te jodes. Que hemos aprendido a vivir contigo, aunque llenos de pena. Que te conocemos el rostro y ya no nos das miedo. Porque llevamos en el cuerpo la lucha y las ganas de vivir, innatas. Y si nos dejas, seguiremos levantando a nuestras madres -malmetidas por el paso de los años- y a las madres de los demás, seguiremos atendiendo a turistas y dando paseos largos, cuán más largos posibles. Seguiremos cocinando y zampando. Comiendo todos juntos entre carcajadas y burradas. Seguiremos viendo el futbol y yendo a pasear a los galgos. Seguiremos yendo a trabajar y a estudiar. Seguiremos cultivando el huerto -incansables- cada mañana, temprano. Y el champiñón, cuándo aún no habrá roto el alba. Y regando las plantas, y cuidando los patios, y alimentando las gallinas. Seguiremos paseando a nuestros nietos y nietas, cosiéndoles los descosidos, los del pantalón y los del alma. Seguiremos jóvenes, tengamos la edad que tengamos. Aprendiendo a hacer pan, a pescar, a contar, a bailar o a vender teléfonos. Jugaremos, cada fin de semana, partidos agotadores. Y aprenderemos, sobretodo, a no olvidar. Jámás de los jamases. Haremos lo que sea, para tenerte lejos. Calderetas o paellas, migas o ajo, lo que sea con tal de estar juntos, los que pisamos la tierra y los que pisan el suelo duro de nuestro pensamiento constante. Seguiremos casándonos, amándonos, jodiéndonos y bebiéndonos algun que otro cubata -por qué no informarte de esto también-. Seguiremos yendo al médico -al de Albacete, el de Denia o el de Barcelona, qué más da-. A que nos miren la rodilla, la vista, la espalda y lo que nos quieran mirar. Y si hace falta volveremos a entrar a los hospitales, porque en ninguna parte hemos conocido luchas tan sumamente gigantes. Seremos gigantes, los unos con los otros, y los otros con los unos, en coche, en moto o en furgoneta. Al río, o a Sant Celoni. A Canyeretes o al pueblo. Incluso a las fiestas, con los primos más majos del mundo, de pueblos sin instituto. Y cuándo nos venza el dolor, la nostalgia, la añoranza, nos llamaremos y nos sabremos tan cerca, que no habrá distancia capaz de borrar tantos abrazos. Porque, aunque a veces parece que son más los que estan contigo que los que no, los que nos quedamos somos valientes y estamos llenitos de ellos. Llenitos de abuelos y abuelas, y padres y madres, que se fueron, demasiado pronto o demasiado tarde. Repletos de tantos aprendizajes, de tantas palabras, de tantos consejos, y de tantos errores -que podemos no volver a cometer-. Y nos podemos hacer los fuertes, y decirte: Oye, que somos invencibles. Pero no te lo decimos porque sabemos que tarde o temprano cojeremos la barca hacia la otra riba del río. Te decimos, simplemente, que la única lucha que se pierde es la que se abandona, y que cómo ninguno de ellos abandonó, estan, y estamos, llenos de victorias. Maltrechas, por tu culpa. Pero no te guardamos rencor, solo cuatro, o cinco, o más de trescientas mil cuatro cientas dieciseis palabras que en forma de vómito te escribiremos de vez en cuando. Sabios como nos has hecho, a base de tanta lucha, de tanto valor, de tanto coraje. Y sus tumbas, llenas de flores. De ramas de romero y hojas de ababol. Y sus fotos llenas de besos. Y sus cosas, bajo custodia compartida por todos aquellos que, pacientes, seguimos caminando cada día por ellos. Perdona que acabe sin ni siquiera nombrarte. Ahora nos toca a los vivos. ¡Ep! Que no pare ni un zapato, que la música no para y ya sabéis, pasen los años que pasen, hay que seguir bailando.

sábado, 21 de mayo de 2011

Días de Revolución

Días de revolución.
De pasión.
De ilusión.
De sentimientos inexplicables.
De comprensión multitudinaria,
pero de soledad entre multitudes.
Y entre la inmensidad del cambio
que se aviene irreversiblemente,
dos pensamientos, siempre.
Dos ausencias, dos dolores
incapaces, una vez más,
de caber entre pecho y corazón.
Uno por ti, papa, luchador por excelencia.
Uno por ti, por no poder explicarte todo lo
que está pasando. Por echarte tanto de menos,
tantas veces. Por no entender muchas cosas,
por sentirte tan cerca, tan dentro de mi.
Por oirte cada día: despaiet, impoluto, paciencia
que es la madre de todas las ciencias. Por crecer,
tan lejos y a la vez tan cerca de ti. Por saberte,
en cada paso que doy, en cada puerto, en cada camino.
Un dolor y una pena inescrutables, que se superan
andando. Y a la cabeza, más palabras:
el movimiento, Manu, se demuestra andando.
En esa plaza, faltas tu, pelón. En casa, faltas tu.
En nuestros corazones, nunca, nunca, faltarás.
Seguimos viviendo por ti. Con tu enciclopedia
de la vida: respeto, generosidad, entrega, compromiso,
determinación, aplomo, valentía. Coraje. Maestro.


A bordo. En otro rincón del corazón, sumergido entre
recuerdos infinitos, tú. Ya sabes. Bonito, me está yendo.
Silencio y canciones. Abrazos y sonrisas. Llanto y en el suelo
las piezas, aún, de un corazón destrozado.
Los pasillos llenos de luces encendidas,
habitaciones vacías, amor doloroso, olvido violento.
Sangre en las venas (¡llenitas!), y ausencia segunda,
obligada.
"Que nadie me llame covarde sin saber hasta dónde te quiero".
Y perdona, que entre sin llamar.

Entre esa inquietud abismal, los duros recuerdos.
"Tengo una noche llena de color, ríos dorados tus ojos son".

Una revolución -revuelta, tal vez- que no soy capaz de disfrutar
sin lágrimas en los ojos -del Pas a Dos y del Unicornio Azul-.
Tu, y tambien tu, faltáis en esta plaza.
En estos días de revolución.
De encuentro de multitudes.
De irreversible paso hacia al cambio.

Caminante, no hay camino, se hace camino al andar.
Al andar, se hace camino, y al echar la vista atrás,
se ve el camino que nunca más se ha de volver a pisar.
Caminante, no hay camino, sino estelas en la mar.

lunes, 2 de mayo de 2011

Bebe - Razones


Quants records i què bells. Seré vell i recordaré, encara, aquesta cançó.

domingo, 3 de abril de 2011

Queen - 'Love Of My Life' (Live At Wembley)

Una canción basta. Últimamente no hayo palabras para expresar, solo canciones. Ésta habla por si sola. Cuántos recuerdos, cuánta tristeza, cuánto dolor viniéndose a menos, cuanto amor por explotar. Cuántas cosas, ¡tantas! En mi corazón, siempre un hueco, siempre un fracaso llamado

viernes, 25 de marzo de 2011