martes, 17 de julio de 2007

Testimonios

Estos son los testimonios de trabajadoras marroquíes de las fábricas deslocalizadas que tienen Induyco y el Corte Inglés en este país del norte de África.

“Mi militancia en un sindicato supuso que durante años no
pude trabajar en ninguna empresa del sector textil. Me echaron
de la que yo trabajaba, pero los jefes hablaron unos con otros y
no pude trabajar durante mucho tiempo”.
Naima, 36 años

“Me fui porque tenía un certificado médico de baja y me
encontré que no estaba de alta en la seguridad social.
Hace poco que trabajo en el textil y mis compañeras me
dijeron que era normal”.
Zora, 23 años

“Cuando estamos enfermas somos nosotras las que pagamos el
médico. No tenemos derecho a estar enfermas. Además, en ese
caso nos quitan el derecho a obtener las primas. Un día que he
estado enferma y he llevado al patrón el certificado médico, él
me ha dado otro papel como una advertencia de castigo”.
Saida, 36 años

“A una chica que ha trabajado dos años en mi empresa,
cuando no ha querido hacer un día horas extras porque se
había quemado con la plancha, le han penalizado con tres
días y además la han echado de la empresa”.
Samira, 23 años

“El problema es ir al baño, sólo puedes ir una vez durante el
día. He pasado 6 años así y tengo una enfermedad renal...”
Malika

“Trabajo sin contrato nueve horas al día, más las horas extras.
Me pagan sólo las horas que trabajo: las que no trabajo, no las
pagan, aunque esté enferma”.
Amina, 21 años

“Como trabajadora temporal, no tengo primas, ni vacaciones pagadas ni indemnización
por despido. Estoy buscando un sitio donde instalarme para poder traer a mis hijos a vivir
conmigo y ser una madre con mis polluelos bajo mis alas.”
Ragel. Recoge en Sudáfrica fruta que se exporta a los supermercados de Reino Unido.

“Tenemos que hacer horas extras hasta la medianoche para tener unos ingresos decentes.
Me da miedo tener hijos porque no podré mantenerlos.”
Nong, 26 años, cose ropa interior para Victorias’s Secret en Tailandia

“Las tiendas tienen que estar siempre llenas de diseños nuevos”, decía un responsable de la planificación de la producción. “Hacemos lo imposible por cumplir los plazos... Nos jugamos la imagen”. Pero la imagen que ocultan es la de las jóvenes que trabajan hasta 16 horas al día para cumplir esos plazos, recibiendo un 40% menos por las horas trabajadas fuera de su horario habitual. “Una de las chicas está embarazada de siete meses y trabaja diez horas al día”, comentaba una trabajadora de la confección, “y como tiene que hacer un montón de piezas por hora, el encargado no le deja ir al lavabo. Para ella es una auténtica tortura, pero no se puede permitir el lujo de perder el trabajo.”

Los nombres de las mujeres son falsos, por temor a que el jefe lea los nombres y tome medidas represivas.

Estas en cambio, son algunas de las afirmaciones-excusas que ponen los explotadores y sus cómplices (los consumidores):

1 ‘Primero, comercio y crecimiento, las normas del trabajo vendrán después’

2 ‘Los puestos de trabajos generados en los sectores beneficiados por el comercio es la mejor de las alternativas’

3 ‘Mejorar las normas del trabajo es un proteccionismo disfrazado’

4 ‘Si se fortalecen los derechos se recortarán los puestos de trabajo’

5 ‘La mayor seguridad del puesto de trabajo va en detrimento de la flexibilidad’

6 ‘Exigir el control de las normas del trabajo a lo largo de toda la cadena de abastecimiento es pedir imposibles’

Los derechos laborales no son una recompensa lejana del desarrollo: son una herramienta esencial para aliviar la pobreza a través del comercio hoy en día.

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