viernes, 8 de agosto de 2008

Hoy recordé que aún te recuerdo

In memoriam a Enriqueta Ballesteros Sánchez, la yaya Enriqueta.

Te recuerdo, y cada día hago mil intentos para rescatar esa anécdota que ha de salvarte del olvido. Te echo de menos, y te palpo con las manos acariciando las sábanas. Me paseo por el piso y aún te siento, y aún te veo, y aún puedo quererte como hace tres años largos.

Puedo dislumbrar tu silueta sentada en el sillón, con las manos puestas en la barbilla, con los ojos cerrados, los oídos empapados de música y la mente extraviada en tu Andalucía natal.
Puedo aún oír tu carcajada y atender a tus palabras, puedo aún acariciar tu piel blanca y fina, y besar tu mejilla tersa. Puedo aún abrir mis brazos y llenarlos de tí. Puedo aún remontarme más allá y verte amando a tu marido y criando a tus hijas. Puedo aún oler tus guisos, y aprender de nuevo lo que tanto me enseñaste. Puedo juguetear y corretear, puedo recibir tu castigo y tu immediato posterior cariño. Hoy, quiero más que nunca, rescatarte de la otra orilla. Hoy quiero cruzar nadando como sea ese cruel mar y traerte aquí de nuevo, y volver a explicarte por enésima vez la más remota cosa. Quiero volver a sentarte, quiero volver a levantarte. Quiero salvarte como sea. Y no puedo, porque es imposible. Quiero lograrlo y no caer en la resignación.

Si pudiera... Te sujetaría tan fuerte. Te abrazaría con tanto amor y agradecimiento que traería de nuevo el recuerdo, de nuevo la salud y la sonrisa a tus labios. Y se acabaría la pena, el dolor y ese inevitable partir. Secaría las lágrimas de cualquier caprichoso azar que se atreviera a volver a llevarte y las convertiría en fortaleza ante la certeza del destino último. Golpearía con rabia el abandono. Y no me cansaría jamás de maldecir a aquel que te llevó.

Quiero recuperar tu espontanio baile, tu leve harmonia. Tu cabello y tu rostro. Tu belleza. Tu amor.

Hoy no puedo, pero sigo queriendo traerte. Quiero no dejar nunca de recordarte, quiero impregnar mi descendencia de tí, y así salvarte del olvido. Lo haré.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Que bonito. Ojalá la yaya pudiera leer tu carta, seguro que se le llenarian los ojos de lagrimas como se me han llenado a mi, le emocionaria saber la huella que ha dejado en tí todo el amor que te dio mientras estubo a tu lado. Después de todo eso es lo unico que sobrevive de nosotros el recuerdo de los que nos quieren.
Ella siempre formará parte de tí.

Quetina

Anónimo dijo...

Parece que has tenido mucha suerte con los familiares que te han tocado, o al menos con algunos de ellos. Como crítica constructiva comentarte que cometes faltas de ortografía bastante gordas. Tienes madera de buen periodista y por eso debes mejorar tu ortografía. Saludos