lunes, 9 de junio de 2008

Dulce quimera

Monótona y misteriosa, con aplomo tembloroso, no por miedo sino por rareza, la sangre corre el curso natural por los conductos de tu cuerpo, y todo parece estar en orden y nada perturba y nada molesta.

Repitiendo el mismo gesto sin temor a la vergüenza mi pie derecho se balancea con un movimiento sencillo, constante y aparente. Mis dedos dudan y vacilan delante del teclado.

La noche, que ha aparecido por casualidad, rebela una luna a medio llenar. Quizás el orgullo, el miedo o la circunstancia no la dejen llenarse.

Tranquilo e impertérrito descansa tu cuerpo que hoy decidió ser obediente a la mente que en estado de sueño suele estar ordenada, todo lo contrario que despierta.

Impaciente por descubrir toda tu verdad, la evidencia de tus ojos y la elegancia del amanecer apretando tu mano, lleno de desnudez mis pensamientos.

La noche me abre la boca, y me adormece cruelmente. Intento evitar el pliegue de mis ojos, es inútil. Los motivos que me mantenían despierto y proveían mi imaginación de impulso primitivo se han ausentado sin excusa esta noche.

Una noche más, una noche menos. ¿Qué más da ya? Me desencanta la espera estéril. Me espanta la sonrisa marchita. Pesan las nubes. La luz como plomo se diluye y llegan mis sueños.

Son sueños que has querido arrebatar sin saber que siempre guardo una pequeña porción, de los más venenosos, por lo que pueda pasar. Voy, con permiso y disculpándome por el ensueño, a llenar de milagro la oscuridad.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

mejor luna a medio llenar que luna nueva, no?

Manuel Simarro dijo...

La luna bella es la llena, la luna fea es la que está a medio llenar, la luna que ni tan solo me place mirar es la que mengua por miedo, la que se arruga ante la aventura y los desafíos. La luna nueva simplemente no es, y para ver una luna fea o que no me place mirar, prefiero de veras verla apagada, no verla, no hacer falsas esperanzas con un crecimiento no deseado por ella.

Anónimo dijo...

El plenilunio dura un solo día al mes mientras que la luna a medio llenar, vacilante y temerosa se decanta hacia el vacío total o hacia la plenitud más bella. Qué ambicioso! Aún así,la media luna ha estado llena algunas veces y ahora le toca menguar, no sin mirar a su espectador más atento a cada ocasión posible.

Manuel Simarro dijo...

Hay plenilunios que duran dos años. Nunca ha estado llena del todo la luna de mi historia y ya veo que nunca lo estará. Si quiere menguar que mengüe, ella sabrá. Eso sí: luna nueva, vida nueva. Me quedan muchos astros por mirar, muchos que si quieren ponerme en su órbita..