Bárbaro el estruendo que decora mis interiores:
portazos, gritos, preguntas, ruido.
Deshojada la calma, no hallo más que aceras.
Tabernas, jarras y en ellas su fondo de espuma.
Sonidos en la mente, realidades confusas.
Inconsciente, peleado, se aclaran mis dudas.
Soy el semen de un soltero,
la mierda de sus zapatos,
el recuerdo de un te quiero,
la mirada de un retrato.
Soy la esquina donde espero
el proyecto fracasado,
soy lo nunca placentero,
la esperanza que me has dado.
Soy feroz, cautivo, sumiso,
soy la calma de tus ojos,
el baile de tu cintura,
la sonrisa del pecado,
el bostezo de la luna.
Soy las gotas de los charcos,
el polvo de los desiertos,
soy el rumbo de los barcos,
soy la vida de los muertos.
Soy los días de febrero,
la rabia del olvidado,
la barba del marinero,
el gusto de un asqueado.
Soy atroz, pensativo, preciso.
Soy litera de tu antojo,
aliento de tu andadura,
soy el sol que has inquietado,
soy el llanto de la cuna.
Soy quien no soy:
conmovido, asustado,
atrevido, acabado.
Soy porque tú eres:
entregado, encogido,
acallado, sumergido.
Soy el dolor del aguacero,
el suspiro de un adiós,
la maleta de un vencido,
el vacío de un cajón.
Soy el cero de la izquierda,
la elegancia del sudor,
el defecto de las cosas,
la injusticia del amor.
Soy las rallas del asfalto,
la bala en una batalla,
soy verdugo en una guerra,
soy el hombre que se calla.
Soy la contrarrevolución,
el compás de la trinchera,
soy la grande acordeón
que ameniza tus esperas.
Soy blasfemia de un ayer,
soy derrota en un futuro,
soy el muelle de un somier,
la causa de tus apuros.
Negado, jamás amado.
Absurdo, jamás pensado.
Pequeño, casi nunca habituado
al rozar de su mejilla,
de su labio con el mío.
Soy un poro desalado,
la violencia de una astilla,
soy la calma de un tirado,
soy mi propio desvarío.
sábado, 14 de febrero de 2009
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